Colectivo 448 de Salud Mental
MANIFIESTO ABIERTO (*)
MANIFIESTO ABIERTO (*)
“El reconocimiento de la salud mental como un proceso determinado histórica y culturalmente en la sociedad, cuya preservación y mejoramiento implica una dinámica de construcción social, y está vinculada a la concreción de los derechos al trabajo, al bienestar, a la vivienda, a la seguridad social, a la educación, a la cultura, a la capacitación y a un medio ambiente saludable. La salud mental es inescindible de la salud integral, y parte del reconocimiento de la persona en su integridad bio-psico-socio-cultural y de la necesidad del logro de las mejores condiciones posibles para su desarrollo físico, intelectual y afectivo.”
Ley 448 de Salud Mental – Principios.
A partir del año 1996 la Ciudad de Buenos Aires adquirió su autonomía política. Esto implicó, que a partir de la sanción de su Constitución, la Salud Mental pasara a ser tenida en cuenta en las políticas públicas de la Ciudad. Desde entonces se generó una gran expectativa en cuanto a la transformación de un modelo de atención de los padecimientos mentales, de características asilares-custodiales, que históricamente ha sentenciado a la internación crónica y al trato indigno y alienante, a miles de seres humanos, avasallando casi todos sus derechos. Esta indignidad y alienación institucional, también debe proyectarse sobre el conjunto de los trabajadores de la salud mental que intervienen en el proceso de atención, generando sobre ellos también, daños a su salud física y psíquica. No debe soslayarse, que la perdurable existencia de instituciones en las que impera la “lógica manicomial”, no son sólo patrimonio del sector público-estatal, sino que también existe en los sectores privado y de la seguridad social, con el agravante, de no ejercerse ningún tipo de control y regulación sobre sus actividades, contradiciendo así, lo establecido por el marco legal de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Tras la relevancia otorgada a la Salud Mental, se sancionó el 27 de julio del 2000, la Ley 448 de Salud Mental, en cuyo texto se expresan lineamientos de características progresistas, para la implementación de un sistema de atención digno y eficaz, desde el cual poder llevar a cabo la transformación que el mandato constitucional observa: una “desinstitucionalización progresiva”. Sin embargo, habiendo pasado casi diez años de la sanción de ley y diferentes gestiones de gobierno, estos lineamentos para la transformación sustentados por la ley – tales como la implementación de camas de internaciones breves y guardias interdisciplinarias en hospitales generales, casas de medio camino, hospitales de día, emprendimientos sociales y otros dispositivos sustitutivos, tan necesarios para el cambio– no fueron instrumentados a la fecha, por la inacción gubernamental, la resistencia corporativa de algunos sectores profesionales, gremiales y empresariales, como así también, por la indiferencia y los prejuicios que operan desde la sociedad.
Hoy la situación, se ha tornado mucho más grave, ya no por el incumplimiento de lo establecido por la Ley 448, sino por la evidente transgresión que ejerce el actual Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, respecto de los principios establecidos por la misma. Los actuales funcionarios, intentan la construcción de nuevos efectores y dispositivos, que no están contemplados por la ley, y que de llegar a ser emplazados, reforzarán aún más, la lógica manicomial que justamente se pretende transformar. Además queda claramente expuesta por sus acciones, la intención de este gobierno, de “vaciar” y desmantelar del ámbito público–estatal, lo pocos efectores y dispositivos existentes, que en el presente y de manera limitada y esforzada, atienden el amplio espectro de padecimientos, por los cuales demanda atención la comunidad (entre las cuales y con mayor crecimiento, se encuentran las adicciones y la violencia de género, sexo y clase social). Problemáticas que a partir de la incesante medicalización de la sociedad, y el consumismo exacerbado de objetos y sustancias adictivas, están inseparablemente ligadas a las condiciones sociales de existencia que atraviesa un sujeto (laborales, relacionales, políticas, afectivas, etc.). Así, ante el marco reflejado, desde el Colectivo 448 consideramos la necesidad de convocar a una férrea oposición, respecto de la política neoliberal del Gobierno de la Ciudad, que avanza en una privatización de la atención de la Salud Mental, a partir del trasvasamiento de los recursos del área pública-estatal, hacia el sector privado.
Como consecuencia de este estado de situación y frente a un agotamiento de la política tradicional y de los modos de organización interna clásica de las agrupaciones políticas, es que afrontamos la necesidad de organizarnos como un colectivo, con la intención de poner en práctica nuevos modos de participación política. Así fue que, desde esta percepción, surgió la idea de conformar un espacio que diera acceso a una participación plural, abierta, sin limitaciones ni categorizaciones. Es decir, la conformación de un colectivo social, en el cual se pueda consagrar un espacio de reflexión y acción política, intentando erigirse en una instancia activa y lúcida, para pensar la Salud Mental, en el marco de su complejidad, dinámica y multirreferencialidad. Así y en el plano de estas consideraciones, se origina y se da inicio a la conformación del “Colectivo 448 de Salud Mental”.
Desde el Colectivo, sostenemos que la Salud Mental no es sólo un campo de intervención de profesionales y técnicos, sino que debe involucrar a la comunidad toda, evitando caer en el mero agrupamiento de “especialistas”. Entendemos que la participación comunitaria resulta imprescindible, porque sin dicha participación se deja a la población fuera de la percepción de sus reales necesidades y de la elaboración de los criterios para satisfacerlas y poder transformar su realidad. La participación asegura la distribución equitativa del poder, estimula la creatividad, la solidaridad y la autonomía de los miembros de la comunidad. Es también una estrategia para la promoción y la prevención en Salud Mental, en tanto es llevada a cabo por sujetos psíquicos y sociales en permanente construcción. La participación comunitaria y democrática es el desarrollo de un discurso y una práctica que sostiene el lazo social y es a su vez constructora de subjetividad. Entendemos que la democracia no se reduce a un mero procedimiento de sufragio o de elección de representantes, sino que implica la participación social directa, en lo que son las cuestiones de la “polis”. Es decir, que aspiramos a que toda la comunidad: ciudadanos, trabajadores, usuarios de los servicios de salud y salud mental, y formaciones colectivas, como asambleas barriales, partidos políticos, organizaciones sociales, se instituyan en actores que son parte fundamental de la discusión y la acción política, apuntando al cumplimiento de la ley, la participación ciudadana y al empoderamiento de la comunidad sobre su salud mental. En este sentido, si bien nuestra base es el cumplimiento y la defensa de lo establecido por la Ley 448 y su ámbito de aplicación, fomentamos la ampliación de su alcance a todo el país, dándole especial significación al contacto y vínculo con diferentes organizaciones, que son también parte de la lucha y defensa, del conjunto de derechos sociales, culturales, económicos y políticos, y de los cuales, la Salud Mental es inescindible y solidaria.
Desde el “Colectivo 448 de Salud Mental”, convocamos a las diferentes expresiones de la comunidad, para así poder concretar en la realidad, los contenidos de una reconocida ley progresista, la “448”, que al presente y por diferentes obstáculos, sólo opera como “palabra vacía”, privando de esta forma a quienes sufren y padecen mentalmente, de poder disponer para su atención, de un sistema de salud mental digno y eficaz, tal como lo establecen los principios de la Ley 448, y que así constan en el inicio de este “Manifiesto”.
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 24 de abril de 2010.
(*) Este “Manifiesto Abierto” de acuerdo a las formas establecidas para el funcionamiento del Colectivo 448 de Salud Mental, queda expuesto a una constante revisión e integración de aportes y la correspondiente aprobación, en el marco de sus plenarios.
Tras la relevancia otorgada a la Salud Mental, se sancionó el 27 de julio del 2000, la Ley 448 de Salud Mental, en cuyo texto se expresan lineamientos de características progresistas, para la implementación de un sistema de atención digno y eficaz, desde el cual poder llevar a cabo la transformación que el mandato constitucional observa: una “desinstitucionalización progresiva”. Sin embargo, habiendo pasado casi diez años de la sanción de ley y diferentes gestiones de gobierno, estos lineamentos para la transformación sustentados por la ley – tales como la implementación de camas de internaciones breves y guardias interdisciplinarias en hospitales generales, casas de medio camino, hospitales de día, emprendimientos sociales y otros dispositivos sustitutivos, tan necesarios para el cambio– no fueron instrumentados a la fecha, por la inacción gubernamental, la resistencia corporativa de algunos sectores profesionales, gremiales y empresariales, como así también, por la indiferencia y los prejuicios que operan desde la sociedad.
Hoy la situación, se ha tornado mucho más grave, ya no por el incumplimiento de lo establecido por la Ley 448, sino por la evidente transgresión que ejerce el actual Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, respecto de los principios establecidos por la misma. Los actuales funcionarios, intentan la construcción de nuevos efectores y dispositivos, que no están contemplados por la ley, y que de llegar a ser emplazados, reforzarán aún más, la lógica manicomial que justamente se pretende transformar. Además queda claramente expuesta por sus acciones, la intención de este gobierno, de “vaciar” y desmantelar del ámbito público–estatal, lo pocos efectores y dispositivos existentes, que en el presente y de manera limitada y esforzada, atienden el amplio espectro de padecimientos, por los cuales demanda atención la comunidad (entre las cuales y con mayor crecimiento, se encuentran las adicciones y la violencia de género, sexo y clase social). Problemáticas que a partir de la incesante medicalización de la sociedad, y el consumismo exacerbado de objetos y sustancias adictivas, están inseparablemente ligadas a las condiciones sociales de existencia que atraviesa un sujeto (laborales, relacionales, políticas, afectivas, etc.). Así, ante el marco reflejado, desde el Colectivo 448 consideramos la necesidad de convocar a una férrea oposición, respecto de la política neoliberal del Gobierno de la Ciudad, que avanza en una privatización de la atención de la Salud Mental, a partir del trasvasamiento de los recursos del área pública-estatal, hacia el sector privado.
Como consecuencia de este estado de situación y frente a un agotamiento de la política tradicional y de los modos de organización interna clásica de las agrupaciones políticas, es que afrontamos la necesidad de organizarnos como un colectivo, con la intención de poner en práctica nuevos modos de participación política. Así fue que, desde esta percepción, surgió la idea de conformar un espacio que diera acceso a una participación plural, abierta, sin limitaciones ni categorizaciones. Es decir, la conformación de un colectivo social, en el cual se pueda consagrar un espacio de reflexión y acción política, intentando erigirse en una instancia activa y lúcida, para pensar la Salud Mental, en el marco de su complejidad, dinámica y multirreferencialidad. Así y en el plano de estas consideraciones, se origina y se da inicio a la conformación del “Colectivo 448 de Salud Mental”.
Desde el Colectivo, sostenemos que la Salud Mental no es sólo un campo de intervención de profesionales y técnicos, sino que debe involucrar a la comunidad toda, evitando caer en el mero agrupamiento de “especialistas”. Entendemos que la participación comunitaria resulta imprescindible, porque sin dicha participación se deja a la población fuera de la percepción de sus reales necesidades y de la elaboración de los criterios para satisfacerlas y poder transformar su realidad. La participación asegura la distribución equitativa del poder, estimula la creatividad, la solidaridad y la autonomía de los miembros de la comunidad. Es también una estrategia para la promoción y la prevención en Salud Mental, en tanto es llevada a cabo por sujetos psíquicos y sociales en permanente construcción. La participación comunitaria y democrática es el desarrollo de un discurso y una práctica que sostiene el lazo social y es a su vez constructora de subjetividad. Entendemos que la democracia no se reduce a un mero procedimiento de sufragio o de elección de representantes, sino que implica la participación social directa, en lo que son las cuestiones de la “polis”. Es decir, que aspiramos a que toda la comunidad: ciudadanos, trabajadores, usuarios de los servicios de salud y salud mental, y formaciones colectivas, como asambleas barriales, partidos políticos, organizaciones sociales, se instituyan en actores que son parte fundamental de la discusión y la acción política, apuntando al cumplimiento de la ley, la participación ciudadana y al empoderamiento de la comunidad sobre su salud mental. En este sentido, si bien nuestra base es el cumplimiento y la defensa de lo establecido por la Ley 448 y su ámbito de aplicación, fomentamos la ampliación de su alcance a todo el país, dándole especial significación al contacto y vínculo con diferentes organizaciones, que son también parte de la lucha y defensa, del conjunto de derechos sociales, culturales, económicos y políticos, y de los cuales, la Salud Mental es inescindible y solidaria.
Desde el “Colectivo 448 de Salud Mental”, convocamos a las diferentes expresiones de la comunidad, para así poder concretar en la realidad, los contenidos de una reconocida ley progresista, la “448”, que al presente y por diferentes obstáculos, sólo opera como “palabra vacía”, privando de esta forma a quienes sufren y padecen mentalmente, de poder disponer para su atención, de un sistema de salud mental digno y eficaz, tal como lo establecen los principios de la Ley 448, y que así constan en el inicio de este “Manifiesto”.
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 24 de abril de 2010.
(*) Este “Manifiesto Abierto” de acuerdo a las formas establecidas para el funcionamiento del Colectivo 448 de Salud Mental, queda expuesto a una constante revisión e integración de aportes y la correspondiente aprobación, en el marco de sus plenarios.
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